Estación de Chamartín, el tren de cercanías a punto de salir. Se cierran las puertas. Tras la ventana veo a una joven tratando de abrir la puerta ya cerrada en el último instante. El tren concede, y la chica entra. —Diez segundos perdidos-pensé. Ha hecho esperar a más de doscientas personas diez segundos.
En algún tramo entre dos paradas: un golpe, y a continuación un brusco frenazo hacen parar el convoy. Puede que una chica haya sido arrollada. Al parecer cruzaba con su coche en un paso a nivel cuando no debía. Desolación. —Diez minutos por diez segundos-pensé.
El pasajero de enfrente llegó tarde por última vez a su trabajo. —Un trabajo perdido por diez minutos, por diez segundos-sostuve
Su familia sufrirá. Lo pasarán muy mal. Algo fatal les ocurrirá por perder un trabajo, por diez minutos, por diez segundos.
Hoy vuelvo a estar parado en la estación de tren, una joven trata de llegar desesperadamente. El tren no concede, y se marcha.
-Ahora vamos con diez segundos de adelanto-
Esta ida de cabeza se me ocurrió en la estación de Chamartín, con el tren de cercanías a punto de salir, cuando se cerraron las puertas y vi tras la ventana a una joven tratando de abrir con el botón la puerta en el último instante.
Y la puerta se abrió.
2 comentarios:
Ah...todas las cosas que se nos ocurren en los trenes. Ojalá te animes a contar alguna otra anécdota pronto.
La verdad, sí. Será el sonido del traqueteo que nos pone la cabeza a funcionar.
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